Relato aportado por rogueneitor
Llevaba ya unas cuantas horas que Elanora disfrutaba del sol de Los Ángeles, hacía poco que había roto con su novio y quería alejarse de su entorno para olvidarle. Pero la distancia y el nuevo ambiente no lograban reducir el dolor de la ruptura. Esperaba que hacer algo atrevido y nuevo la ayudase a pasar de página, por eso fue a un salón de tatuajes muy popular de la zona.
Esa mañana llevaba unos vaqueros cortos y un top ajustado que realzaba el canalillo de su pecho, invitando a los hombres que estaban en el establecimiento de tatuajes a mirar su cuerpo mientras se acariciaba juguetonamente su liso cabello castaño, haciéndola sentir deseada aunque en esos momentos no buscase relación alguna. Mientras esperaba a que tomasen nota para su cita apareció una morena de pelo rizado y un cuerpo comparable con el suyo, iba vestida con una minifalda muy corta y una camisa cerrada con un nudo en medio dejando entrever que era lo único que sujetaba sus generosos pechos. La recién llegada también atraía a muchos de los presentes, algunos para tenerla mas cerca dejaban su sitio en la cola, con una sonrisa la morena se coloco detrás de Elanora.
- ¿Llevas mucho tiempo esperando? - pregunto inocentemente con un acento similar al de los lugareños. - Al menos una hora – dijo Elanora un tanto frustrada contando mentalmente las personas que tenia delante –. Esto estaba lleno cuando entre. - ¿Me dejas pasar? – suplico la estadounidense – Tengo una reunión en hora y media. - Lo siento guapa – respondió la australiana –, llevo mucho tiempo esperando a que me den cita y no me apetece esperar mas. - Que pena, pues tendré que aguantar un poco.
En poco mas de cuarto de hora, las dos estaban dando los datos para la cita, pero al parecer el artista con el que querían ser tatuadas solo tenia libre una hora y no podría coger nuevas citas hasta un par de meses después, Elanora consiguió que se la diesen pues volvería a Australia en doce días, pero la voz de la mujer la interrumpió al ver que la australiana la había quitado la cita.
- Disculpa pero necesito esa cita – dijo la morena. - Yo me iré a mi país en algo mas de una semana y tu puedes esperar – comento Elanora mirándola a los oscuros ojos. - Pues entonces tendremos que solucionarlo esta noche – propuso susurrando al acercar la cabeza a la de la australiana – si eres valiente. - De acuerdo – dijo en el mismo volumen de voz – di donde y cuando. - Después – termino la morena.
Las dos mujeres terminaron de dar los datos y comentaron que confirmarían la cita al día siguiente, al salir la morena paso una tarjeta que tenia escrito en el reverso “aquí a las diez” a mano. Al leer la tarjeta vio que su adversaria se llamaba Tara, se fijo mas detenidamente en su aspecto y aproximadamente tenia su edad, de físico parecido y altura similar la animaba a continuar con el desafío.
El resto de la tarde la paso buscando un conjunto para aparecer en el duelo, a ultima hora eligió un sencillo vestido rojo y unos zapatos de tacón a juego. Paso el tiempo en un restaurante cercano a la casa comiendo algo para relajarse, cuando faltaba diez minutos para la hora de la cita se dirigió impaciente para resolver sus diferencias.
Cuando llego al chalet de dos plantas llamo a la puerta, mientras esperaba a que Tara abriese se coloco el vestido, no quería parecer ansiosa pero lo estaba pues hacia mucho tiempo que no se enfrentaba a otra mujer y la estadounidense parecía una buena adversaria para esa noche.
- Hola veo que eres puntual – saludo Tara tras abrir la puerta. - Bueno me hiciste una oferta que no podía rechazar – respondió Elanora.
La anfitriona iba con un vestido negro, ajustado a las curvas de su cuerpo, no parecía que fuese a enfrentarse a otra mujer, daba mas la impresión que iba a una discoteca aunque la invitada tampoco aparentaba que estaba a punto de pelear. Cuando ambas mujeres entraron al salón de la casa vio que no estaba preparado para una pelea, en una mesita enfrente del sofá había dos copas y una botella de vino, tomaron asiento, la dueña de la casa empezó a servir un poco de vino y tras varios minutos de charla sin importancia ya estaban listas para el asunto por el que habían quedado.
- ¿Que tenias pensado para resolver nuestra disputa? – pregunto Elanora. - No me apetece destrozarte la cara por un tatuaje – respondió Tara – y tampoco tener que anular la cita por una herida en la piel. - Veo por donde vas – comento la australiana levantándose del sofá – debería ser un enfrentamiento que no nos deje marca. - Exacto, cuando te vi en el salón quitándome las miradas de los hombres me preguntaba si eres la mujer que pareces – dejo caer la morena poniéndose de pie. - ¿Me estas proponiendo una lucha sexual? - Si – respondió la estadounidense. - Perfecto – dijo la invitada acercándose a Tara hasta tocarse mutuamente con sus pechos a modo de desafío – ¿gana la que haga terminar antes a la rival? - Si – contesto apretando con los pechos a los de Elanora – .Que gane la mejor.
Lentamente las dos mujeres se quitaron sus vestidos y sin perderse de vista los dejaron en el sofá, con los pechos al aire se observaron mas detenidamente, Elanora admitía en sus adentros que Tara era una mujer hermosa, pero sabía que no todo es belleza y era cierto que rivalizaba con ella en ese aspecto. Con los ojos la comparo de abajo a arriba con su cuerpo, las largas piernas eran casi perfectas, posiblemente un poco mas firmes que las de la australiana, el culo de la estadounidense no era tan perfecto como el suyo y en los pechos posiblemente tendrían que medirlos si surgiese la ocasión en el futuro.
Tras estudiarse mutuamente con una sonrisa entre los labios, la invitada se quito el tanga dejando un triangulo de cabellos castaños al aire, tras dejar la prenda al lado del vestido vio que su adversaria también estaba preparada para el duelo. Se dirigieron hacia una mullida alfombra de pelo y se sentaron con las piernas abiertas, sin prisas, saboreando el momento la australiana se acercaba a la estadounidense, que la imitaba en su aproximación, así hasta formar la clásica forma de tijeras.
Cuando los labios de los sexos se besaron como si fuesen bocas, las caderas de Elanora empezaron a moverse, logrando que se estremeciese con el contacto tan intimo, sus ojos se clavaron en los de Tara, viendo en los oscuros iris un fuego de desafío y seguridad, pero a la australiana la encantaban los desafíos y se lo demostró aguantando la mirada.
Ambas mujeres movían las caderas suavemente, tanteando la técnica, estrategia y paciencia rival, sin dejar de mirarse mutuamente, con una sonrisa de seguridad en su victoria reflejada en la cara, se acercaron hasta tocarse con los pezones y los cabellos sueltos.
- No lo haces mal – dijo Tara – para ser una turista. - Lo mismo digo – respondió Elanora – me gustara derrotarte perra. - Ni lo sueñes zorra.
Ese intercambio de palabras hizo que ambas mujeres empezaran a aumentar su ritmo de frotación entre sexos, moviendo mas rápido las caderas, cambiando ligeros golpes con roces prolongados,
frente a frente, jadeando delante de la rival, con los pechos bamboleando y masajeandose entre ellos, mientras Elanora miraba fijamente a Tara.
La australiana estaba disfrutando del momento, su adversaria tenía tan buen cuerpo como ella, sino que parecía una experta en este tipo de duelos, cuando ella cambiaba de táctica, la estadounidense la contrarrestaba con maestría, alargando el enfrentamiento. La sonrisa de ambas mujeres mostraba una seguridad y deleite algo turbadora, sacándose mutuamente ligeros gemidos con cada cambio de ritmo, alternando rapidez con un mayor roce, variando los golpes de sexos con largos recorridos con los labios, buscando erosionar la voluntad de la rival antes de que se les terminase la suya.
El sudor empezaba a recorrer el cuerpo de Elanora, veía como la ocurría lo mismo a Tara, mostrando la igualdad de las dos bellezas, de los labios de la australiana desapareció la sonrisa, aunque la encantase tener una buena rival ella quería la cita y debía ganar, aunque todas las estrategias eran efectivas, iba a tardar mucho y daba la opción a la morena para coger algo de ventaja.
Como si hubiese leído la mente, la estadounidense se tumbo para buscar un mejor control sobre el duelo, Elanora la imito, arqueando la espalda levemente para aumentar el recorrido de las caderas. Ni la morena ni la castaña buscaba piedad, se dieron la vuelta, poniéndose boca abajo a tres patas, dejando la que estaba tocando el culo sin tocar el suelo, aumentando las apuestas mientras los brazos empujaban los labios vaginales para obligar a la otra hembra a tener el orgasmo de la derrota, pero el empate parecía eterno, se iban sacando cada vez más gemidos, casi acompasados pero aún seguían frotando sus sexos con ganas, sin piedad ni pudor.
-¡Zorra! - insulto Elanora entre jadeos. -¡Perra! - respondió Tara.
A Elanora empezaba a fallarla las fuerzas, pero en vez de dejarse llevar, apretó los dientes y aumento su ritmo, sacando de pura voluntad las fuerzas de ganar este lance, deseando que Tara estuviese al límite de sus fuerzas. Si la morena estaba casi sin fuerzas, no lo parecía pues respondió con más energía en su empeño de derrotar a la invitada.
El que ambas mujeres no pudiesen mirarse en parte era bueno, sobre todo cuando las dos bellezas se tuvieron que apoyar a la vez sobre los codos, haciendo que la otra creyese que había cambiado de táctica, en vez de mostrar debilidad. Los cabellos se mecían libremente acompañando los movimientos de los agotados cuerpos. Las bocas soltaban cada vez mayores jadeos, inundando la sala con ellos, a la vez que las gotas de sudor caían al suelo desde la cara, los pechos y cualquier centímetro de piel que no tocase la zona de combate.
La desesperación hizo que la batalla tomase tintes algo más agresivo, Elanora sintió como Tara empezó a empujarla para obligarla a que su cara tocase el suelo, pero la mujer de pelo castaño contraataco del mismo modo, empezando un forcejeo para buscar la posición definitiva, la cual ninguna de las dos lograba ganar.
Debido al forcejeo, en un momento las dos mujeres resbalaron, cayéndose de frente al suelo, pero sin separar sus entrepiernas, las cuales calientes y húmedas continuaban con su sensual duelo. Al aterrizar de las dos gargantas salieron a la vez una mezcla de un grito y gemido, pero eso no las impidió que continuasen con su labor, arañando la poca voluntad que quedaba la una a la otra, casi como si fuesen olas desgastando un acantilado, sin saber cual de ellas es el agua y cual la roca.
Los cuerpos parecían uno, siguiendo un ritmo frenético aun pegados al suelo, las agitadas respiraciones jadeaban cada vez más seguidas, los húmedos coños empezaban a provocar descargas
por los torneados cuerpos, dándolas temblores y haciendo que Elanora desease que Tara acabase ya para dejarse llevar por el placer.
El sudor recorría el cuerpo de la australiana, no podía parar de temblar y sus labios vaginales estaban doloridos y calientes. Su coño era como un volcán a punto de explotar mientras su frustración y la poca determinación que la quedaban la incitaba a que diese hasta su último esfuerzo, como si ese gesto fuese la diferencia entre la estadounidense y ella. Mordiéndose el labio inferior sus caderas se movieron un par de veces antes de que una corriente eléctrica recorriese sus nervios dejándola indefensa.
Ambas mujeres gritaron de placer a la vez tras unos largos minutos de duelo, cayendo a la vez agotadas boca-abajo en la mullida alfombra, sin separarse se quedaron dormidas.