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lunes, 28 de octubre de 2013

FALSA DESPEDIDA DE SOLTERA


Mis amigas y yo decidimos pasar un fin de semana y salir de fiesta por Benidorm un sábado noche de septiembre. Era una buena época para salir, ya que no había tanta gente como en agosto, pero había ambiente y la temperatura, aunque un poco mas fría, aun acompañaba.
Éramos un total de 15 amigas, y para sacar algunas copas gratis decíamos que íbamos de despedida de soltera, yo hacia de novia, llevaba una banda y una diadema con unos penes, a mi parecer bastante ridícula, pero nos ayudaba a beber mas barato y también era divertido.
A mitad de la noche entramos en una conocida discoteca a orillas de la playa donde decidimos terminar la noche, buena música y sitio para bailar. El problema surgió cuando un grupo de chicas extranjeras entro en el local, americanas parecían ser. Nada más entrar se fijaron en nosotras, especialmente en mí que era la que daba el cante, y empezaron a reír mientras nos señalaban.
Mi amiga Laura que me conocía me calmara diciendo que no merecía la pena, que nosotras a lo nuestro. Decidí hacerle caso, ya se cansarían, y así fue para casi todas. Una de las americanas parecía tener especial interés en molestar, se metía entre nosotras empujándonos y mirándonos despectivamente, yo cada vez mas encendida… La gota que colmo el vaso fue cuando el local decidió regalarnos una botella de cava para que brindáramos por la novia (ósea, por mí). Una de mis amigas traía en una bandeja las copas con el cava, cuando la americana pasó por su lado y descaradamente le dio un manotazo tirándole a mi amiga todas las copas encima, la miro satisfecha y continúo avanzando. Ya no pude más, me fui hacia ella, gritándole si es que era tonta o que, a lo que me contesto con un acento “guiri” Putas espanolas ridículas y me dio un empujón. Ya había encendido la mecha, me lance hacia ella agarrándola del cabello a lo que no tardo en contestar y al segundo estábamos trenzadas tirándonos de los pelos como locas, pero no duro mas que segundos, los porteros nos separaron al instante. A ellas las expulsaron del local, y a nosotras nos avisaron que a la próxima a la calle.
Tenia el pelo enmarañado, la diadema y la banda se habían perdido. Esas malditas extranjeras nos habían arruinado la noche y para colmo se habían ido de rositas. Con este plan propuse la vuelta a casa, la sospesa fue cuando al salir vi a una rubia con mi banda en la mano y el pelo enmarañado, era la americana, y con ella una buena panda más. Vinieron hacia nosotros diciendo algo en ingles que no parecía muy amable. Mis amigas se disponían a salir a su encuentro, pero les pedí que se esperaran, no tenia ningunas ganas de meter a mis amigas en una pelea de grupos. Yo me adelante y la chica con la que había tenido el encuentro se adelanto de su grupo. Ella, son su mal español me dijo que ahora no teníamos a nadie que nos protegiera, que íbamos a pasarlo mal; a lo que le conteste tocándole el orgullo, tanto miedo me tienes que tienes que venir con todas tus amigas. Había mordido el anzuelo, ya solo era cosa nuestra, la invite a que me acompañara a la playa, a una zona apartada para no tener problemas con la policía. Ella sin dudarlo acepto.
Sus amigas se fueron a otro local a seguir con la fiesta, y yo le dije a las mías que volvieran al hotel, por supuesto no querían dejarme sola, pero pude convencerlas que no iba a pasar nada y que era lo mejor. A regañadientes accedieron a marcharse aunque se las veía aliviadas, se acababan de librar de un buen problema.
La americana y yo nos adentrábamos en la playa alejándonos por la arena de la zona de ocio, buscando una zona oscura y solitaria.
Durante los 10 minutos que estuvimos andando, en parte para buscar un buen sitio, en parte para que ni sus amigas ni las mías pudieran encontrarnos en el caso que cambiaran de idea, fuimos observándonos y evaluando la situación. Era una chica rubia con el pelo largo, casi por la mitad de la espalda, piel rosada, y ojos azules, era lo opuesto a mi, que tras todo el verano tomando el sol lucia un precioso moreno, mi pelo era castaño, largo, aunque no tanto como el de ella. De altura y peso éramos similares, yo mido 169 cm, ella rondaría esa altura, quizás unos milímetros menos y por lo que parecía peso similar.
Por fin llegamos a una zona lo bastante tranquila para que no nos interrumpieran, nos pusimos frente a frente mirándonos a los ojos, ahora con mas tranquilidad que en la discoteca pero sabiendo que esta no iba a ser el juego de antes, la mire de arriba a bajo, llevaba un precioso vestido azul de tirantes con un generoso escote, entonces caí, mi vestido, mi vestido nuevo recién estrenado. No soy una chica vergonzosa y no tenia ganas ni de que mi vestido sufriera ningún daño no tener que irme después con harapos, así que decidí hacer lo mas practico, me quite el vestido y lo deje sobre la arena a una distancia prudencial, la americana me miro con cara picara y se quito el suyo también que lo lanzo de cualquier manera hacia un lado. Después vino andando hasta que nos separaban apenas un paso, mirándome a los ojos se quito el sostén y me lo mostro, luego lo lanzo a un lado. El desafío era claro, me deshice de mi sostén y me prepare para el inminente combate.
Hora, solo vestidas con un tanga podíamos observar el cuerpo rival, no era musculosa, pero se veía que se cuidaba y machacaba en el gimnasio, yo por mi parte no me quedaba atrás, yo también estaba en forma, pero ya dudaba de lo que le había dicho a mis amigas, ya no estaba tan segura que esto seria fácil y no duraría mucho. Lejos de infundirme miedo me daba ganas de empezar, había empezado a parecerme un buen entretenimiento. Ella sonreirá y yo sin darme cuenta también, di el paso que nos separaba, este fue el pistoletazo de salida. Las dos nos trenzamos al unísono del cabello y empezamos a zarandearnos la cabeza en todas las direcciones, no tardamos en caer a la arena, donde continuamos enganchada de los pelos mientras rodábamos con las piernas trenzadas. Esa fue la dinámica de los primeros minutos, cuando una tomaba la posición superior la otra la lanzaba hacia un lado ahora poniéndose en la posición inferior, hasta que en una de esas idas y venidas rodamos para lados opuestos. Lentamente nos incorporamos sin apartar la mirada la una de la otra. Teníamos los pelos enmarañados y respirábamos agitadamente, teníamos el cuerpo perlado de sudor y cubiertas de arena, no podía evitar mirarle los pechos, no me había dado cuenta, pero eran más grandes que los míos, y eso que los míos no son precisamente pequeños. Me sacudí un poco la arena que tenia en el cuerpo y los pelos rubios que tenia entre los dedos y me prepare para el segundo round. Volvimos a cargar la una contra la otra, pero ahora no llegamos a trenzar las manos en el pelo, sus manos y las mías se entre lazaron y empezamos a forcejear, ninguna lograba sacar ventaja, cada vez empujábamos mas fuerte, pero nuestras manos no se movían, pero si nuestros cuerpos, no fuimos conscientes de ello hasta que notamos que nuestro pechos se estaban rozando, una vez conscientes de la proximidad embestí con mis pechos los suyos, no se lo esperaba y retrocedió un paso pero rápidamente contesto con la misma moneda, ahora era yo la que retrocedía y tomaba impulso para un nuevo impacto. Olvidamos el forcejeo de nuestros brazos y empezamos a utilizarlos para atraer hacia nosotras a la enemiga para que el impacto fuera mayor. Ya sudábamos copiosamente y el golpe de nuestros cuerpos producía un sonido húmedo. Nuestros pechos cada vez estaban mas enrojecidos, a cada impacto nuestras tetas se dañaban por igual, hasta que en un choque no la separe de mi cuerpo, le aplique un abrazo de oso al que rápidamente contesto pero yo tenia mejor posición, estaba perdiendo fuerzas, así que redoble esfuerzos para apretujarla aun mas, me dolía horrores los pechos, parecía que me iban a estallar, pero me consolaba pensar que ella lo estaría pasando aun peor, nuestro pechos estaban aplanándose  los unos a los otros como consecuencia del brutal abrazo que estábamos aplicándonos. Pensé que ese era el final, pero note como con su pie y el empuje de su cuerpo me hizo caer de espaldas con ella encima. En el impacto nos soltamos y caímos una al lado de la otra. Rápidamente nos pusimos en pie, pero ella fue mas rápida y una patada en el estomago me hizo volver a caer. La americana me miraba sonriente, son aire victorioso. Se dispuso a volver a patearme, pero esta vez me anticipe y agarrándole el pie la hice caer. Ahora era yo la que se lanzaba sobre ella como una leona, dos golpes de puño en su cara la hicieron perder la concentración y que su labio sangrara. Aprovechando su descuido me senté en su barriga y lance mis garras a su pecho clavando las uñas en el. Fue el primer grito de dolor serio, empezó a retorcerse y patalear, lo que me hizo caer.
Nuevamente nos incorporábamos, ahora mas lentamente, mas sudadas y sobre todo mucho mas cansadas, llevábamos  20 minutos jugando la una con la otra, y de momento llevaba la mejor parte. La americana tenía el labio partido y los ojos llorosos. Tenia la marca en el lugar donde mis uñas habían impactado y los pechos rojo intenso, en ese momento me di cuenta de que mis pechos me ardían, los masajee suavemente  y note como en mi cara también había alguna lagrima, no lo podía creer, me dolía todo y no quería que esto terminara.
Nos lanzamos nuevamente la una contra la otra sin ningún tipo de miedo, la americana lanzo su puño contra mi, que impacto en mi cara, acto seguido fue mi puño el que impacto en su cara y así empezamos un intercambio de golpes en la cara pecho y estomago, con poca técnica pero sin tregua, el castigo era intenso, no podía resistir el intercambio por mucha tiempo mas, así que me abalance contra ella, cayendo las dos al suelo, y volviendo a trenzarnos de cabello seguimos rodando, ahora también nos mordíamos, ella consiguió clavarme sus dientes en mi hombre y yo a ella en la barbilla. Cada vez era una pelea mas salvaje, nos levantamos como pudimos y con una mano amarrándonos del pelo y con los cuerpos pegados intercambiábamos golpes y arañazos por todo el cuerpo, hasta que conseguí hacerla recular. La americana no tardo en caer al suelo, yo ya me veía victoriosa cuando me lanzo un puñado de arena en la cara. Estaba aturdida cuando note el cuerpo de la americana envistiéndome, haciéndome caer de espaldas, y ella encima se lanzo a morderme un pecho. Fue un aullido aterrador el que solté, le cogí del pelo y le separe la cabeza de mi pecho y empecé a golpearle en la cara hasta que entre lagrimas grito que parase. La empuje a un lado y me levante, estaba en el suelo llorando como una niña.

Recogí mis cosas y cuando pase por su lado aun seguía en el suelo llorando, le di una patada en el estomago que le hizo perder el aire, como un ovillo seguía llorando, le escupí y me fui para el hotel. Cuando estaba lejos de ella me tire al suelo a descansar, estaba destrozada, tenia el labio y la nariz sangrando, el cuerpo magullado y con surcos de los arañazos de los americanos. Una vez en el hotel me cure las heridas, en especial la del mordisco del pecho que se puso de un color feo. Me acosté y tuve un merecido descanso feliz por la victoria y agradecida a la americana por haber entrado en aquella discoteca.